DIA DE LOS INOCENTES

Herodes mandó matar todos los niños menores de dos años, para no dejar margen de error en el cálculo de los Magos respecto a la edad de Jesús. No le tembló el pulso. Se los cargó. Qué bestia ¿no? Pues dos mil años después, sigue vivo Herodes en las clínicas abortistas, en los viajes de turismo sexual en Tailandia o Cuba donde los hoteles proporcionan menores, en el tráfico de órganos de recién nacidos a los que descuartizan, en la mendicidad callejera con bebés dormidos, en menores maltratados en el hogar familiar, en los abusos sexuales, en los niños soldados a los que entrenan para asesinar, en los niños-camello, en la prostitución infantil. Y también lo podemos hacer extensivo al otro segmento débil de la vida humana, la vejez, los otros inocentes. La sanidad que seda y da matarile a los abueletes porque sus tratamientos encarecen los presupuestos, o que niega procedimientos apelando al sufrimiento, o la más gorda, cuando te hablan de morir con dignidad. Dicen que una vela enciende otra vela, por eso enciendo yo la mía, para que nos la vayamos pasando y hagamos un coro de luces por todos los inocentes. Y para que todos los Herodes recapaciten y dejen de servir a la cultura de la muerte.