miércoles, 21 de diciembre de 2011

El susto de María


Andaba yo en mis cosas cuando me puse a pensar en pastores, así en general. Está claro, la influencia del Belén que estaba ideando, el nuevo portal, no insisto, que ando fatal de tiempo.
Total que pensaba en los pastores. Gente dura, vida complicada, trabajo terrible hasta anteayer. Ahora supongo que ya no hay pastores, cosa de la CEE, que con tanta modernidad ya no tenemos ni tomates decentes. Me imaginé los pastores. Y claro, todo se puso en marcha.



María estaba comenzando a relajarse. Ahora le podía más la fatiga y el cansancio que el apuro y los dolores del parto. Le había echado José a ella y al niño un capote, una frazada, una pelliza, algo para taparles, para que no perdiesen ni una chispita del calor en esa noche fría y hebrea, secarral e incomodidad de los viajeros forzosos. Mira, no está tan mal, le había dicho para animarla, aquí no nos hará tanto frío como en una posada de mala muerte y nadie vendrá a molestarnos, ya ves, quién va a tener ganas de juerga entre vacas. Y José no sabía si ella se animaba o no, pero a él le ayudaba a sobrellevar aquel lío en el que estaban metidos.
Al poco, María le dijo, José, el bebé quiere llegar ahora. Ya era de noche. Estas cosas siempre pasan de noche.
José era un hombre meticuloso y previsor, seguro. Debió de ser un buen carpintero. Sabemos que fue un buen padre. También sabemos que su hijo, pudiendo aprender otros oficios, aprendió la carpintería de él, así que es seguro que era un buen profesional y un buen maestro. Yo me lo imagino viéndole de chico y diciendo, este será carpintero, como yo. Antes de ponerse de camino, viendo la que se les podía venir encma, hablaría con su madre, con su hermana, con Isabel, con alguna vecina y les preguntaría oye, si María se me pone de parto, ¿qué he de hacer? Y ella sle dirían, pues nos avisas que eso es cosa de mujeres. Y él les contestaría que si estaban de camino a Belén a ver cómo llegaban ellas, y que eso, no sería cosa de hombres pero si de padres y que eso era lo suyo.
Lo cual que en cuanto comenzaría el parto, José estaría ahí con el agua caliente y las toallas como en las películas o con lo que fuese, asistiendo a la primeriza María que las pasaría canutas. Como la ilusión es como es, las complicaciones se resuelven con coraje y voluntad, lo que cuadra con lo que sabemos del uno y de la otra.
Así que un rato después, tendríamos a María recostada, cerca de las vacas que huelen un poco así, peor que dan calor y son la imagen de la maternidad más hermosa de la naturaleza, con sus terneritos y todo eso, el bebé en el regazo y el pobre José, ahora ya resuelto el apuro, dando rienda suelta al manojo de nervios que le tenía agarrada la tripa. ¿Quieres agua? has de beber agua, me lo dijo mi hermana la mayor, que cuando tuvo al segundo se despachó odre y mediuo en una noche, porque también parió de noche, que apuro, como ahora pero más o menos, no se, y tengo pan y miel ¿te unto un chusco? ¿tienes hambre? puedo ir a buscar algo de carne seca, creo que el hombre que nos dijo lo del establo nos vendería un poco, aún nos quedan unas monedas... María le miraría adormilada, mecida por el cariño nervioso y delicado de su esposo. No, déjanos descansar al bebé y a mi un poco. Anda, siéntate junto a nosotros y procura descansar.

Y se quedarían dormidos.

Los golpes en la puerta les asustaron, claro. José agarraría el cayado y se quitaría el pañuelo para estar más cómodo si había que repartir castañas. Serán salteadores, las ideas se le agolparon y echó de menos sus gubias y buriles, con los que defender a su familia de los salteadores. Cuando se entreabrió la puerta vio a varios tipos de lo más indeseable. Sucios, desgarbados, uno tuerto, las barbas medio repeladas y aquel olor a borrego. Uno estaba borracho. Nos ha pasado algo, forastero. Muy raro. Y eso que no hemos bebido en exceso... bueno, ese si peor el resto no. ¿Está aquí?, preguntó el tuerto. El tuerto había perdido un ojo de jocvencito, cuando cató a un zarzal mientras trataba de rescatar una oveja lechera muy valiosa. Pese a saltárselo, consiguió recuperarla y desde entonces todo el mundo en Belén le trataba con respeto. A José le sonaba aquella historia que contaban los viejos del lugar.
Si, está aquí, les respondió José, viendo que más le valía llevarse bien con aquella cuadrilla, por evitar males mayores. María, han venido a visitar al bebé. Y los pastores se acercaron. María, al verles hizo lo normal: darse un susto. Pero cuando se fijó, supo lo que les pasaba. Os lo ha contado él, ¿verdad? Y los pastores comprendieron que ella también le había visto. ¿Cómo se llama tu hijo, mujer?
Y ella les dijo. ¿Podemos verle? Y le vieron. Y sacaron de sus pellizas varios trozos de queso, carne de oveja seca, hogazas de pan y vino con miel y azúcar, caliéntalo que así nos templamos el cuerpo. También brindaron, pero en voz baja, porque nadie quería despertar al bebé.
Y supongo que, como sería una mala noche, le preguntarían a José si le importaba que se quedasen con ellos a dormir apiñados en un rincón, por no molestar. Y José, lo normal, supo que tenían que quedarse, que los pastores necesitaban estar allí, bajo su mismo techo. Y desde entonces pensó que Jesús podría ser carpintero, como él, o pastor, como aquellos hombres.

Y a todas estas, el portal, que aún no lo he terminado.

6 comentarios:

Dulcinea dijo...

Snif, snif...

plas, plas, plas, plas, plas...

!Ay, este Niño la de cosas buenas que saca de cada uno de nosotros!

Dulcinea dijo...

Estooo, ya recuperada de la emoción y el entusiasmo, ¿estás haciendo el portal con cemento y hormigón? Controla el encofrado y los cimientos que luego las tuneladoras provocan unas grietas que flipas ;)

Atiza dijo...

...Está detrás del Portal. No sé bien en calidad de qué...Bueno en el de mi casa, sí lo sabría;)

Altea dijo...

Uau. Esta vez te has esmerado, Pianista. Nivelón.

Nodisparenalpianista dijo...

Locas, que sois unas locas todas.

PD: En cuanto tenga mas del portal, aviso.

anonimomariag dijo...

Yo sé quién es.... el que no se entera de mucho porque le ha dado un poco más al vino...

Pero no importa, Jesús y la Familia te quieren igual ;-)