Sobre todo los del Corte, con el soniquete de Cortylandia abrasándoles las orejas.
Recupero un artículo del magnífico periodista Rafael Martínez Simancas, cuyas sensatas humoradas tanto echamos de menos, dedicado a un asunto muy, muy navideño. Leed y veréis.
Oficio de paje
El mundo se divide entre los que hacen paquetes y los que los abren
con cierta ansiedad de caníbal acelerado. Siempre que me preguntan: "¿Se lo envuelvo?" respondo sí porque aunque sea un bolígrafo sólo
por contemplar el arte de envolverlo, que a su vez resulta un
tratado de papiroflexia cotidiana. A veces es mas valioso el
envoltorio que el objeto que va dentro, a Unamuno le gustaba la
cocotología y escribió un tratado sobre ella.
Las bolsas y las prisas, (¡innecesarias prisas!), le han hecho mucho
daño a los paquetes que contienen los regalos. Por supuesto hay que
desconfiar de aquellas personas que te espetan en la cara que como
no tenían tiempo no han podido mas que meter un libro dentro de un
sobre y te lo dan con la urgencia de entrega de un cartero. No
existe el oficio de hacedor de paquetes y doblador de cosas pero
debería crearse porque se va a perder una tradición comercial muy antigua, (igual que
se perdieron los pendolistas). De pequeño recuerdo el mimo con el
que el pastelero envolvía la ensaimada que compraba mi madre para
que la comiera en el recreo, aquel hombre sabio había trabajado
desde la masa al envoltorio pasando por el agua y calibrando el
tiempo del horno, era un artesano completo. Su habilidad con las
ensaimadas competía con la destreza de mi madre a la hora de forrar
libros, otra costumbre caída en el olvido.
A estas horas, en alguna cueva escondida, los pajes trabajan sin
descanso envolviendo regalos para personas que no conocen. Los Reyes
Magos tienen la misión de acertar con las peticiones que han
recibido pero los pajes tienen la obligación de poner la magia a un
paquete de cartón y además, dejarlo junto a la chimenea. Un paquete
cuesta mucho hacerlo pero se puede abrir
de mala manera en poco tiempo y cargarse el momento porque regalo es
también el envoltorio, el que no lo quiera ver es muy torpe. Ahí se
demuestra el cariño del paje real que teniendo solo una noche, (la
de hoy), no escatime su tiempo con tal de que el lazo quede bonito y
en la dirección adecuada.
Los que abren paquetes a lo bruto no tienen en cuenta el tiempo que
les han dedicado. Hasta un niño pequeño retira el papel con sumo
cuidado para no estropear lo que intuye que está dentro. Al
contrario que los Reyes Magos los pajes no tienen nombre, la
historia les relegó como secundarios sin frase pero si no es por
ellos esta noche en lugar de regalos les iban a dejar un acuse de
recibo y el horario de la oficina de Correos para que se pasen a
recoger el envío. En sus manos quedan depositadas nuestras
esperanzas aunque sea el socorrido y tradicional paquete de
calcetines de todos los años.
sábado, 20 de diciembre de 2014
Dedicado a los que trabajan los domingos, por NDAP
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3 comentarios:
Y añado: a los niños pequeños a veces les gusta más el envoltorio que el contenido.
Buen post.
Me encanta detener la mirada en las manos y los ojos ilusionados cuando los seres queridos abren un paquete.
Una ilusión que se convierte en alegría cuando les gusta el contenido, aunque sea un bolígrafo.
Feliz Navidad
Un abrazo.
Ah, pues yo soy de las que van con cuidadín, cuidadín, al desenvolver. No entiendo lo de estropear el papel a lo bestia.
El otro día me llamaron de una agencia de empleo para envolver regalos. Lamentablemente, mi problema en las manos me impidió aceptar la oferta. Pero me he sentido muy identificada en este post.
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