Estábamos allí. Supongo que recuerdo el frío, porque por entonces, el invierno era invierno y hacía frío porque era invierno. Enfrente del Corte Inglés estaba el paje real que recogía las cartas. Enfrente de Galerías Preciados, que aún le llamaban por aquí Jorba Preciados, se ponía otro. En mitad del bullicio de las Ramblas había uno más, el del Sepu. Enfrente, también. A mi me gustaba el del Sepu, porque el entorno lo hacía más recogido. Como era más chiquito el sitio, Sus Majestades montaban allí un tenderete algo más pequeño, más a mano, como si dijéramos. Estaba bien. El del Jorba nunca me moló, porque Jorba era un follón y nunca me aclaraba donde estaban los juguetes. Si que recuerdo que bastante arriba, de piso, quiero decir, había, junto a una escalera mecánica -porque de las otras también había- un muestrario en un torno de cajitas de Tente -y yo me paraba delante, "detente" ¿si?- de esas que eran para montar algo chiquito, como un puesto de peajes o así. A mi me encantaba el Tente.
De los pajes reales, el más chulo era el del Corte Inglés, porque la caseta donde recogía las cartas era enorme, una especie de pagoda o vaya usted a saber qué, que ocupaba media acera. Desde aquella acera a mi me gustaba ver volar, al final de verano, cuando surcaba ya el aire los primeros olores de boniatos y castañas, las bandadas de golondrinas -o estorninos, o los bichos que fuesen- cómo evolucionaban haciendo figuras. Entonces me contaban lo de que una iba delante y todas la miraban y la seguían el vuelo ¿Y no chocan? Pues no, no chocan. Ah. Y me gustaba verlas volar, sus acrobacias, el riesgo, lo bonito. Igual que ahora, o sea.
Lo cual que un par de días antes de la cabalgata y de la noche de Reyes, o la víspera, no se cuándo, estaban los propios Reyes recogiendo las cartas. Iban a turnos, claro, porque son Reyes, son Magos, pero también se cansan y tampoco es plan presentarse los tres y liarla como si fuesen las Spice Girls, ante todo orden.
Así que me llevan, ya que estamos, a darle la carta al Rey. Hasta ahí, todo bien. ¿Y quién estará? Pues no sabemos, al que le toque. En esto de las preferencias, nunca he sido maniático. Todos los niños dicen que Baltasar, por negro, aunque ahora menos. No menos negro, sino menos niños lo dirán, porque los negros ya no son exóticos como cuando yo era niño, sino que son señores que siempre están ahí, con las gafas de sol o los bolsos de Louis Vuitton, pobres, cargados como mulas. Luego estaba Melchor, que como es el primero que uno dice y el más viejito, pues también cae muy bien. Y quedaba el pobre Gaspar, que por no tener no tenía ni chiste malo. Ya se sabe, ¿no? Basaltar y se cayó. Si se hubiese matado, sería humor negro en toda regla. En fin. Que como yo ya apuntaba maneras, le tenía un compasivo, cariño especial al pobre Gaspar, el que suele ser menos citado de los tres, aunque en realidad a los tres les quisiéramos (y les queremos) igual. Ya me lo decía la MamádelPianista: ¡abogado de pleitos pobres! cada vez que me metía en jaranas por defender a mis amigos cuando haciendo algo razonable -ojo-, les había caído una buena encima. Lo de siempre, si.
Pues allá que vamos, abrigadito, porque el tiempo está como está y la carta debajo del brazo, no la pierdas, no, no. Y a la cola, como es de rigor. Hay un tipo del Corte Inglés que te echa una foto y luego los papás se la compran o no. Ya se sabe lo que pasa en estos casos, o que sales con los ojos cerrados o que el paje estornuda o que a un señor calvo se le mueve el peluquín. Que la cola iba avanzando y yo cada vez más encogido y pegado a las piernas de la MamádelPianista. Pero no por el frío, no.
Ya sabéis cómo somos los tímidos irrecuperables, que muy chulitos, muy chulitos, pero a la hora de la verdad, enviamos el correo certificado. Y allí no había ninguna posta. MamádelPianista, dásela tú. Que no, NDAPín, que se la has de dar tú, y si te pregunta, dile que has sido bueno, pero algo travieso, que haces rabiar a la HermanadelPianista y que eres un poco marrano haciendo las fichas, pero que el año que viene mejorarás. Joer, a ver quién se presenta con ese currículum delante de un Rey.
Yo echaba cuentas, porque los niños subían de tres en tres o así y mientras uno hablaba con el Rey, que a esas alturas ya había visto que era Gaspar, el pobre, que me acordaba perfectamente de los años anteriores, dos tandas más y me toca. Y aquello era inevitable. O le daba la carta manuscrita y enmarranada al Rey, o ese año ni Tente, ni traje de Chérif, ni uniforme de hombre-rana para el Big Jim, que era un muñeco entre el Madelman y el Geyperman, más cachas que el primero pero más bajito que el segundo, eso si, mucho más estiloso que los dos y que gracias a un ingeniosísimo artilugio, le apretabas en la espalda, como en el costillar, entre los omoplatos y el tío soltaba unas guascas de campeonato. De una torta, mandaba a los alfeñiques de los Ayrgam Boys bien lejos, que yo lo se, a ver. Luego estaba el Big Joe, que eras lo mismo pero barbudito leñador, camisa de cuadros, un poco,... bueno es igual. Y también había un Big Jack, por no ponerle black, que era negro. O sea, de todo.
Según se acercaba el instante, mi angustiada timidez se fue transformando en mosqueada timidez, porque de entonces viene mi cabezonería vehemente, que uno intenta atemperar, pero oye, que a veces resulta muy eficaz y que, aunque no toque, de no pocos apuros me ha sacado. Entre la vergüenza, el cosquilleo, el miedo a que Su Majestad me sacase allí, delante del paparazzo mis trapos sucios, el terror de quedarme sin Tente si huía de la audiencia real como un conejo en víspera de caza, se terminó de golpe cuando un paje me dijo hale, guapo, pasa, anda, cómo te llamas, mientras la MamádelPianista me daba un certero empujón y delante del trono, solo ante el peligro, el calor de los focos que garantizaban las fotos buenas y la supervivencia del Rey, del paje y del fotógrafo en la gélida tarde navideña. Cara de vergonzoso, enfurruñado, temeroso y tímido mosqueo. Hola Gaspar, soy Nodisparenalpianista, le digo, mientras noto por primera vez la suave y aterciopelada caricia de la mano real en mi cabecita rubia. Bueno, y cuéntame, ¿qué tal ha ido el desde el año pasado? Pues... bueno, la cosa es que no hagas demasiadas travesuras, que no enrabietes a tu hermana, y que el año que vene me cuentes otra vez como ha ido. Hala un besito y mañana por la noche a dormir temprano y muy fuerte. Bueno vale, le contestaría yo. Una vez, uno del cole, Gonzalito, que era polvorilla, se quedó medio despierto y por un resquicio de la puerta vio al Rey pasar por delante de su habitación pasar con los bártulos camino del árbol. Oye Gonzalito, ¿y llevaba la capa puesta? -ya sabéis, la de armiño, esa tan elegante que ni el Príncipe de Gales tiene una de esas-; pues claro, Nodisparenalpianista, si no, cómo se sabría que era el Rey. Y yo pensaba, joer con los Reyes, tan abuelillos y se suben como campeones a las casas con la escalera esa como de bomberos, le pegan un salto al balcón y entran tan campantes y sin engancharse la capa. Ser mago ha de ser la órdiga.
Venga, la foto. Y yo allí con ganas de pirarme ya rapidito, con toda la gente aquella mirando, el fotógrafo que sonría, la Mamádelpianista dando palmas, el niño que venía detrás con la misma cara de póquer que tenía yo cinco minutos antes y con unos sudores que yo ya ni sabía si era el calor de los focos o el pánico de la fama.
Y salimos de allí con el deber cumplido, con la foto calentita debajo del brazo y con la MamádelPianista diciéndome, chico, qué serio, le podías haber sonreído un poco al Rey, hombre. O al menos haber cerrado la boca. Oye, ¿y ya le has dicho que le dejaríamos polvorones y un poco de anís por el frío? No, se me ha olvidado...oye ¿y el pan duro de los camellos? Claro, Nodisparenalpianista, y agua, para que beban, los pobres, que toda la noche de aquí a allí...
Y luego nos volvíamos a casa.
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5 comentarios:
¡Que bueno!, yo me he levantado esta mañana queriendo ser niña otra vez.
Gracias a todos los que habeis escrito entradas, habeis hecho que esta Navidad sea una de la mas bonitas que recuerdo.
Pinista a ti una ovación por la ideas y la paciencia.
Un beso enorme a todos
jua, jua, jua, jua, jua, jua, jua
Qué valor has tenido, Pianista. No me lo puedo creer.
jua, jua, jua, jua, jua, jua, jua
A lo mejor si le hubieras sonreído te habría traído hace años tu ansiado loquileto.
jua, jua, jua, jua, jua, jua, jua
¡Jo, no me extraña que la gente le tuviera miedo, con esa cornamenta a lo ciervo que luce Gaspar!
¿Qué tendrá la noche de Reyes, que hace que todos nos acordemos con toda certeza de lo que sentíamos, de los escalofríos que nos corrían al pensar en tener a sus majestades en casa, que desde Oriente sabían que tú existías?
Hasta el cielo de esa noche parecía que sonreía.
Me ha encantado este blog. El año que viene hay que repetirlo.
Pianista, ¿tímido? me ha gustado mucho tu relato, pero lo que más me ha gustado son... LAS RODILLERASSSS así íbamos todos a ver a Sus Majestades y no es coña.
Pues yo creo que Néstor sale muy favorecido en la afoto ¿era Néstor no? ;)
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