jueves, 18 de diciembre de 2008

La Navidad desde otro punto de vista... Por Anónimorepartidordepuntos o nohayquintomalo como ustedes quieran llamarme:)

En el lugar donde vivo casi todo el año no hay calefacción, por lo que, a pesar de mi chaleco de piel de borrego, rápidamente noto cuándo empiezan los primeros fríos de verdad. Como cada año, eso significa que pronto tocará hacer mudanza y ponerse a trabajar. Lo bueno de esta vida es que no es nada monótona: Unas veces acampamos en las montañas, cerca del castillo del Rey y otras lo hacemos junto a río de plata, dando de beber a nuestros animales. Además, el sitio donde trabajamos suele ser luminoso y cálido, lo que siempre es una ventaja. Pero la verdad es que a mí lo que más me gusta es cuando me toca currar cerca de una casita chiquitita, nada que ver con el antiguo y solemne castillo del Rey o con el ostentoso palacio del Procurador. Es una casa humilde en la que un señor con barbas y una señora guapísima se encuentran esperando a que ella tenga un niño. Lo que me gusta de esa casita, apenas un portal, es su ambiente, el señor mira a la señora con verdadera adoración, como si cada día la viera por primera vez, y ella tiene la cabeza gacha y la mirada humilde, esperando a que llegue el día en que tenga el niño, como si fuera lo más importante del mundo. Los escasos animales que les rodean (un buey y una mula, que mucho me temo que ni siquiera son suyos) están en perfecta quietud, como si no quisieran molestar, aunque la señora les dice que mujan y relinchen libremente, que al niño le gusta sentir que están contentos. De repente, un día, aparece en la casita un niño y entonces todo nuestro mundo se vuelve loco: Todos los pastores (los que están más cerca porque lo ven enseguida y los de más lejos, porque les avisa un ángel) se acercan a verle y a traerle regalos, cuchichean entre ellos que ese niño es especial, sin duda, y esperan a que alguien se arranque a cantar al niño para unirse rápidamente. No creáis que son canciones sensibleras y cursis ni nanas para dormir al niño, de eso nada, son canciones de alegría, que cuentan lo que está pasando como sin creérselo. Canciones sobre chocolateras o sobre unos ladrones que supuestamente entran a robar en el Portal (aunque éstas se cantan solo para hacer rabiar al señor de barba). Al niño se le escapa una sonrisa cuando se da cuenta de qué tratan estas canciones y estoy seguro (aunque supongo que los ángeles no pensarán lo mismo) de que le gustan mucho más que las canciones a tres voces de los coros angélicos que se turnan encima de la casita para anunciar al mundo que ha nacido. Asi, van pasando los días y aunque algunos pastores vuelven a sus faenas (sobre todo los que trabajan cerca del castillo del Rey, porque el señor de barba les ha avisado que es mejor que no sospeche de lo que ha sucedido) los más afortunados aún están a tiempo de ver llegar a tres señores de lo más curioso: Vienen de Oriente, dicen que guiados por una estrella, montados en camellos y cargados de regalos para el niño. La verdad es que son muy generosos y siempre cae algo también para los que rodeamos a la familia, lo que no viene mal, sobre todo en años de crisis. Pocos días después de que los señores de oriente se vayan, toca mudanza otra vez, al sitio en el que vivimos el resto del año. Nos vamos con alegría por todo lo que hemos visto pero, sobre todo, porque sabemos que el año que viene nos tocará trabajar otra vez y no hay empleo más bonito que éste. (No es por faltar a nadie, pero no me negaréis que a nuestro lado, las bolas de colores que ponen a trabajar en un árbol en las mismas fechas resultan sosas, sosas, sosas).

2 comentarios:

icue dijo...

Cuando se habla con ese cariño a ese Niño que va a nacer, seguro que el te calentará y sustituirá esa calefacción que te falta con el calor de su amor.
Muy feliz Navidad

Myriam dijo...

Eooooooooooo! ya es 19 que alguien publique.......