Hace más de un mes que me pinchan los abetos, los cuernos de los renos, las barbas del gordo de rojo, las estrellas de cinco puntas. Llenan todo de estrellas como si hubieran olvidado que hay millones cada día si uno eleva la mirada al Cielo, y todas brillan hermosas. Claro que luego está La Estrella. La que guió a los Magos de Oriente hasta el lugar donde había nacido Dios. Eso es la Navidad. Que viene de Natividad; es decir, nacimiento. Del Niño Jesús. Que es lo que celebramos en Navidad. Pero no en noviembre, ni siquiera diciembre entero. Y que es -curiosamente- lo que motiva que todo se llene de luces y música, los regalos, las fiestas… ¡Incluso que los años de nuestra era se cuenten como se cuentan! Esto es, desde el año cero, cuando Dios vino al mundo en forma de criaturita preciosa e indefensa.
A qué vendrá entonces que los escaparates, las bolsas y las guirnaldas me feliciten la Navidad desde hace más de treinta días si la mayoría de la gente ha dejado vacío, hueco, todo ese sonido alegre que inunda los últimos días del año y nos calienta el corazón en fechas tan frías; qué sentido tiene si apenas nadie se entera -literalmente- de la fiesta. Como tampoco recuerdan de que el día 8 de diciembre celebraremos la de la Inmaculada Concepción (mucho menos que hoy es la de San Nicolás) y se conforman con tirarse a la bartola durante tres días ¡hala! por el puente de la Constitución.
En mi familia, desde que somos chiquitos, un par de semanas antes de Nochebuena vamos al monte a por musgo. A por el musgo que después será el suelo verde de Belén, por el que paseen las figuritas: la chica melancólica del cántaro, el panadero, la lavandera del río, el gandul que duerme sobre la hierba, los pastores y la lumbre, las gallinas, los gansos, los conejos, el pozo. Sus Majestades, los Reyes elegantísimos, que asoman un poco al final del decorado y que hasta el día seis de enero no estarán ante el Portalito. Y por supuesto, María y José. Y el Niño Bonito que vino a salvarnos.
Con el paso de los años, estamos más dispersos, en distintos lugares, dedicados a cosas diferentes. Pero nos hace la misma ilusión que entonces ir a Altube o a las faldas del Gorbea, bien abrigados, con la navaja de marinero, a recortar tepes gorditos. ¡Mira, aquí aún no ha pisado nadie! Y entonces entra la navaja de marinero. Una navaja de marinero tiene la punta roma aunque el filo es cortante. La llevaban los hombres de mar para sus labores con los cabos, las redes que se liaban... pero dificultaba que, tras largas temporadas alejados de tierra, cuando los ánimos se crispaban y las peleas a bordo estallaban con la misma facilidad con que se prende la gasolina al encenderla, la tripulación se acometiera con armas punzantes.
Parece que ya me he ido por las ramas. Por cierto, en Belén no había renos. Y vale por hoy ¿verdad? Mañana le toca a Luisa.
9 comentarios:
Bien, bien, Marta. Ha sido un batiburrillo de todo: musgo, escaparates, lucecillas-navideñas-inexplicablemente-encendidas-mucho-antes-de-la-navidad, tradiciones familiares que huelen a calor y a chocolate...
Y tú, ¿qué les pides a esos Reyes que asoman por el decorado?
Marta, qué batalla lo de explicar que aún no, que aún no se pone el Belén, que no, que no se celebra el día del guardia forestal, con tanto abeto que tanta morcilla y que oiga, perdón señor guardia, que el musgo bien cogido no hace daño. Pero no, `porque los ecolopijos de por aquí consiguieron que se prohibiese coger musgo silvestre. Por otra parte oí hace unos días una historia muy buena sobre las puntas romas de los cuchillos. Una de las hipótesis era que los mandó hace así el Cardenal Richelieu, al que disgustaba que sus invitados los usasen, al terminar las viandas, como mondadientes. Flipa cómo has contado lo de los pescadores. Marta, cómo mola.
Pues a mí me da igual lo de las fechas. Yo ya tengo medio montada la casa para Navidad. Y me encanta. Hoy comentaba con una amiga que mantengo la misma ilusión -para montar el Belén- que cuando era niña.
Y si no lío más barullo es porque mi familia se mete conmigo, que si no...
No sabía lo de los cuchillos de los pescadores. Leyéndote, siempre se aprende, chica.
En mi casa tiene que pasar por lo menos La Inmaculada para empezar a poner bolitas. Pero solemos esperar más todavía, porque así cuando llegue Navidad no estamos acostumbrados.
Psst. Un cotilleo. Me han llamado desde Málaga tres tunantas.
Dos se reían como gallinas y una hablaba. La que hablaba, no siempre era la misma, o eso decía. Y de vez en cuando se oía el !pop! del tapón del champán. De fondo tenían puesto un reggeton.
He oído nombres como Luisa, MaríaGe y Myriam. Y también que algo había pasado con unos guardias.
¿Será que te han robado la gallina, Pianista? ¿La tienes a la vista? ¿nooo? ¿Sabes si en Málaga hay cuerpos de élite?
Nooooooooooo, no es eso pero pasaros por mi garito que llegaran los ... con la gallina o sin ella, en fin no puedo escribri más ya que tengo empacho de boquerores.
Luisa esta intentando pensar y en estas circunstancia no es facil, asi que si mañana la entrada tiene forma de gallinam, en vez de Belen no sus entrañeis.
Anonimamariag no dice nada ya que es anonima.
Por cierto Marta, muy buena la entrada.
MariaGé sí dice, ya lo creo, que yo la he oído, lo que pasa es que quiere mantener el misterio, como Greta Garbo. Pero que se reía como una loca, que yo lo sé y que se la oía muy bien.
Y además, de anónima nada, que los guardias le han hecho fotos de frente, de perfil, y de medio lado, como a la Pantoja. Y las pienso colgar en cuanto me lleguen por fax desde Málaga.
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